A finales del siglo XVIII, tras la revolución americana y cuando Philadelphia era la ciudad más avanzada de los Estados Unidos y su hospital el más avanzado del mundo, Benjamin Franklin viajó a Francia y exportó el modo de actuar americano. En 1793 la nueva república francesa estaba en guerra, y los cirujanos tuvieron ocasión de descubrir un gran número de hechos médicos: potenciaron el uso de ambulancias para el tratamiento rápido de los heridos y del agua para limpiar las heridas, asimismo se avanzó en el conocimiento de amputaciones e injertos. En definitiva, los cirujanos salvavan más vidas que los médicos y en 1794 los cirujanos fueron elevados a la categoría de médicos. En Francia empezaron a abrirse facultades médicas y por aquel entonces, el enfermo ya hacía lo que le decía el médico. Hacia 1800, un cirujano de París estaba estudiando centenares de cadaveres y concluyó que el cuerpo humano estaba compuesto de tejidos y que las enfermedades atacaban tejidos; había nacido la anatomía patológica.
En aquella época, Laplace había elaborado la teoría de la probabilidad y sus matemáticas fueron utilizadas para un censo estadístico ordenado por Napoleón. Hacia 1820, había en París más de 50000 camas de hospitales, había tantos enfermos que las matemáticas empezaron a emplearse en la medicina. Los pacientes intervenían cada vez menos.
A principios del siglo XIX, la revolución industrial que se desarrollaba en Inglaterra estaba sentando las condiciones favorables para una epidemia. En 1831, Bill Sproud murió de cólera y la epidemia se extendió por toda Inglaterra. Al final del primer año ya habían 32000 víctimas y las sociedades de mutualidad se hundían. En 1840, William Farr, que había regresado a Inglaterra después de estudiar en París, terminó sus estadísticas sobre la población. Poco después, el cólera volvió a atacar y Farr consiguió más datos. Finalmente, gracias a las estadísticas, se pudo relacionar el cólera con el agua del Támesis y las aguas residuales. La solución fue limpiar el Támesis y construir 2800 km de de redes de alcantarillado para conseguir que las aguas residuales fueran al mar en lugar de al Támesis. Gracias a la estadística matemática se consiguió eliminar el cólera pero se seguía desconociendo su causa.
En 1842, el Dr. Long estaba utilizando éter en fiestas privadas y más tarde lo aplicó en una operación como anestésia. Esto representó un gran problema, los médicos se animaban a hacer más operaciones y la tasa de mortalidad aumentó debido a las infecciones contraídas en la sala de operaciones. No fue hasta 1864, cuando Lister empleó ácido fénico como desinfectante, que se pudo empezar a encontrar un solución. En 1878, el mismo Lister empleó el desinfectante y la anestesia en el quirófano con todo éxito. La supervivencia del enfermo estaba totalmente en manos del doctor.
Otros avances se estaban produciendo. Koch trabajaba en África investigando sobre el ántrax, identificó varias bacterias y sus trabajos fundaron la bacteriología. En 1882 tiñó sus cultivos de bacterias y de pronto identificó muchos más microorganismos en un tiempo record. Finalmente, identificó el bacilo del cólera que se transmitía por el agua y que tantos estragos había causado. Desde entonces quedaba establecida la relación entre los microorganismos y las enfermedades.
Hoy en día, la ciencia médica se ha establecido totalmente en nuestras vidas. En 1892 se creó el primer laboratorio de higiene pública, las estadisticas médicas se empezaron a codificar en tarjetas perforadas; finalmente nos convertimos en números.
La opinión predominante durante el siglo XVIII era que la naturaleza funcionaba según reglas estrictas. Para Linneo, el mundo estaba sumamente organizado gracias a creaciones independientes. Linneo catalogó las plantas en clases, órdenes, géneros, etc... En 1768 se publicaba la doceava edición de su libro. En 1778, Buffon publicó sus reflexiones en 44 volúmenes. En ellos decribía 150000 años de historia natural y a la vista de su trabajo surgía una pregunta: ¿Porqué había tantas similitudes entre los seres vivos si eran creaciones independientes? Su respuesta fue que los actuales seres vivos eran formas degeneradas de las parejas originales. Sin embargo, en 1796 Smith descubrió los primeros fósiles en sus excavaciones para la construcción de canales y fue capaz de relacionar distintos fósiles con distintos estratos. Veía la luz la idea de que las cosas habían cambiado en el pasado, los seres vivos no eran inmutables. En 1794, Cuvier, mediante la anatomía comparada, fue capaz de reconstruir animales a partir de unos pocos huesos. Los resultados obtenidos indicaban que los huesos fósiles pertenecían a animales monstruosos ya extinguidos. En 1808 concluyó que los animales extinguidos habían perecido en el diluvio.
En 1823, Hutton se dio cuenta de que los efectos del viento, el agua y la erosión podrían moldear la Tierra pero para hacerlo necesitarían de períodos de tiempo muy largos. Los trabajos del geólogo Lyell confirmaron estas ideas. Se requerían millones de años para cambiar la faz de la Tierra, de modo que la Biblia estaba equivocada. Los hallazgos de moluscos en rocas calcáreas muy antiguas confirmó la idea que se habían producido grandes cambios en el pasado.
En 1857, Wallace, tras leer a Lyell, observó diferencias en insectos en función del hábitat. Concluyó que las variedades estaban influidas por el tipo de vida que llevaban. Escribió una carta explicando sus puntos de vista sobre la variedad de la vida, sobre cómo podría haberse producido. Tanto él como el destinatario de su carta habían leído a Malthus, que en sus escritos especulaba sobre el hecho de que el numero de individuos de una especie crecía en progresión geométrica, mientras que la cantidad de alimentos lo hacía de forma aritmética. Esto conducía a una situación en la que había "demasiadas bocas para alimentar"; los más aptos podrían reproducirse con más éxito y sobrevivir. Esta selección natural cambiaba poco a poco a los individuos de una especie, y finalmente las variedades que eran tan distintas llegaban a ser nuevas especies. El destinatario de la carta de Wallace era Darwin, que llevaba muchisimos años trabajando en la misma idea; como resultado de sus estudios publicó "El Origen de las Especies".
Las ideas darwinianas tuvieron repercusiones inesperadas cuando se aplicaron a campos distintos para el que se habían concebido:
- Las ideas que giraban en torno a la "supervivencia de los más aptos" favoreció la expansión de Alemania. Influido por estas ideas, en 1868, Haeckel publicó "La Historia Natural de la Creación" donde presentaba teorías racistas y la eugenesia como algo inevitable para el progreso del hombre. Estas ideas de higiene racial fueron recogidas por Himler y Hitler dando lugar al nacismo.
- En Estados Unidos, las mismas ideas básicas de la "supervivencia de los más aptos" favoreció la libertad absoluta de acción en la economía y los negocios. Según esto, los grandes hombres de negocios eran los más aptos y los sistemas de seguridad social eran contraproducentes. En este caso, el resultado fue el capitalismo radical.
- En otra línea de pensamiento, a Marx le pareció encontrar soporte científico a sus teorías. Si en la evolución no había intervención divina eso significaría que la clase trabajadora era dueña de su propio destino. Fue Lenin quien recogió su mensaje y, en 1917, la Unión Sovietica fue el resultado.
A principios del siglo XIX el interés por la electricidad se estaba avivando. Volta había demostrado que reacciones químicas podían producir electricidad, y Humphrey Davy, tras inventar el arco eléctrico, descubrió que la electricidad inducía fenómenos químicos. La conexión entre la electricidad y la química estaba plenamente establecida. En 1820, Oersted demostró la conexión entre la electricidad y el magnetismo. Esta relación fue estudiada por Faraday, quien demostró la existencia de la inducción magnética. Estos descubrimientos fueron seguidos por la proliferación de pequeños motores y generadores eléctricos; mientras que el código Morse unía a los EEUU.
Todos estos descubrimientos pusieron de relieve el hecho de que la visión del universo de Newton no era compatible con los fenómenos eléctricos y magnéticos. Thomas Young demostró que la luz viajaba en forma de ondas, pero entonces, ¿en qué medio vibraban estas ondas? El éter, con propiedas misteriosas y extrañas, fue la respuesta que se propuso. En 1866, Maxwell desarrolló la teoría electromagnética y se pudo interpretar a la luz como una onda electromagnética. A partir de 1866, se produjeron una serie de avances en el campo de la electricidad y el magnetismo: se creó el primer enlace Morse transatlántico regular, Edison alumbró su laboratorio con luz eléctrica y Hughes fue el primero en detectar la propagación de ondas electromagnéticas, aunque sus hallazgos no fueron aceptados. Siete años más tarde, Hertz realizó experimentos similares y se llevó el mérito. Finalmente Marconi utilizó estas ondas para la primera transmisión telegráfica sin hilos.
Entre tantos avances, aun quedaba la incógnita del éter. En 1887, Michelson y Morley intentaron detectar el éter pero de su experimento se dedujo que no había éter; entonces, ¿cómo se transmitía la luz? Para explicar el fracaso del experimento de Michelson-Morley, Fitzgerald postuló un encogimiento de los objetos en la dirección del movimiento.
En 1895, Ernst Mach estaba estudiando los mecanismos de percepción y concluyó que la realidad exterior no era fija y que dependía del observador.
En 1897, Thomson puso de manifiesto los electrones estudiando los rayos catódicos y más tarde se descubrió que la luz ultravioleta hacía saltar electrones de los metales. Fue Einstein quien, finalmente, puso las cosas en su sitio. Por una parte, la luz, cuando interaccionaba con los metales, se comportaba como partículas; el éter ya no era necesario. Por otra parte, también expuso que en un marco de referencia inercial las leyes de la física siempre eran las mismas, lo que explicaba el fracaso del experimento Michelson-Morley para detectar el éter.
En 1923, de Broglie, teorizó que si las ondas podían ser partículas, las partículas podían ser ondas. Cuatro años más tarde, Davison y Germar pusieron de manifiesto el carácter ondulatorio de los electrones. Todas estas ideas se vieron culminadas en 1927 con el principio de incertidumbre de Heisenberg. Según este, no existe una realidad básica clara y definida. El Universo, a muy pequeña escala, es borroso.
A medida que cambia nuestro conocimiento, nosotros también cambiamos. Se necesitan hipótesis y teorías sobre la naturaleza para comenzar a investigar. Nuestra estructura mental nos proporciona un sistema donde todo encaja y controla a la ciencia: Qué tipos de experimentos deben hacerse y cómo se interpretan los resultados. Nuestras versiones de la verdad cambian con el tiempo. Cuando algo no encaja, la versión ha de cambiarse. Nuestras versiones se modifican y actualizan mediante procesos de descubrimientos que sirven de plataforma hacia nuevos horizontes.
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